A ti
levanto mis ojos,
¡oh tú que reinas en los cielos!
He aquí, como los ojos de los siervos miran a la mano de su señor,
como los ojos de la sierva a la mano de su señora,
así nuestros ojos miran al Señor nuestro Dios
hasta que se apiade de nosotros.
¡oh tú que reinas en los cielos!
He aquí, como los ojos de los siervos miran a la mano de su señor,
como los ojos de la sierva a la mano de su señora,
así nuestros ojos miran al Señor nuestro Dios
hasta que se apiade de nosotros.
Ten
piedad de nosotros, oh Señor, ten piedad de
nosotros,
porque muy hartos estamos de desprecio.
Harta en extremo está nuestra alma
del escarnio de los que están en holgura,
y del desprecio de los soberbios.
porque muy hartos estamos de desprecio.
Harta en extremo está nuestra alma
del escarnio de los que están en holgura,
y del desprecio de los soberbios.
(Salmo
123:1-4)
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